jueves, 18 de septiembre de 2008

LLegar a la tierra prometida

Estoy sentada en un café del centro y ya van 5, 6 personas vendiendo cosas. Compro a una mamá jóven que me ofrece unas curitas pero más tarde un nene pone arriba de la mesa una estampita, luego otro con unos repasadores y luego ellos primero uno, luego el otro, sus rostros renegridos demuestran que no son nuestros pobres. Cada uno con un maletín lleno de relucientes joyas. También los he visto en la calle, uno en cada cuadra al lado de ese cargamento de brillo esperando que alguien se pare deslumbrado. Son hombres jóvenes, altos ¿de donde vienen?, ¿por que todos con las mismas valijas?, ¿donde las consiguen?. Y más allá de estas preguntas ¿ cómo viven?, ¿que piensan?, ¿como se sienten?. ¿Cuales serían sus expectativas al momento de partir? y hoy aquí, ¿las habrán cumplido?.
Su tez renegrida invita a la mirada indiscreta y sus ojos también invitan a la reflexión, sus miradas tranquilas denotan desamparo, soledad, angustia, desazon. Pero no se pueden rendir, todos los días harán el mismo recorrido, hay que subsistir y el maletín de objetos relucientes parece la mejor opción.

3 comentarios:

Vanina dijo...

Esos rostros renegridos que "no son nuestros pobres" provienen desde una tierra lejana como es Senegal. Casi como sucede en España, ciertas mafias (en algunos casos) o grupos se dedican a interceptarlos en su tierra, prometiéndoles un futuro mejor en otro país. Como su situación laboral/personal es tan precaria, ellos aceptan trasladarse escondidos en camionetas, sobreviviendo en pateras, y al pisar "la tierra prometida" se dan cuenta que todo fue una ilusión, un cuento. Las mismas personas que los interceptan son los que les dan esas valijas, con miles de baratijas relucientes cuyo precio es facilmente regateable. Caminan a sol y sombra, muchas veces con sus túnicas, a cambio de unos pocos centavos...porque encima parece que ni derecho a comer, bañarse, vestirse tienen. Sus familias numerosas en la mayoría, aguardan en el país de origen, y si uno se detiene a intercambiar unas simples palabras, las que ellos aprendieron, nos damos cuenta que detrás de esos rostros cargados de injusticias existe un ser humano que aún no ha perdido la ilusión. Esa pequeña lucecita al final del tunel que uno puede ver en sus ojos. Y así deambulan por las calles, sin horarios, sin otra cosa que pensar que los tesoros que esa valija puede acercarles. y por milagro, se dejan llevar y nos regalan una sonrisa con sus enormes dientes blancos...y así siguen, incansables, sumándose al pintoresco escenario local.

dianagi dijo...

Gracias Vanina por introducirte en el tema, es tal como supuse, sería bueno que se investigara que personas los están trayendo, si entraron legalmente y si verdaderamente los están explotando

Vanina dijo...

Diana, lo que veo en este caso es que está empezando a ocurrir lo que en España ya es moneda corriente. La diferencia es que, según tengo entendido, no sólamente llegan ilegalmente, sino que entran por Brasil, porque allí es donde estos grupos hacen base. En España es Marruecos, y aquí la hermana Brasil. Si bien no existen datos certeros, sé que existe gente movilizada con este tema puntual, que van investigando lo que ocurre con este tipo de inmigración. Me alegra haber aportado un granito. Seguimos en contacto.